Mittwoch, 2. Oktober 2013

la ceremonia del humo

Mi abuela Aanakasaa me explicó la importancia del sahumar. De todo lo que producimos los seres humanos, el humo es lo único que se disipa ante nuestros ojos. Por eso invitamos al humo a nuestras casas, pues el humo se llevará todo lo que no forme parte de nosotros. Se disipará como el humo. Se disipará en humo. Cuando hacemos fuego al orar, rogamos a Dios que se lleve todo lo malo y perturbador de nosotros, que todo eso se disipe ante nuestros ojos como el humo.

Cuántos sentimientos negativos mueven nuestro corazón. De todo eso nos libera el humo. Cuántas cosas malas y absurdas he dicho y hecho, cuán a menudo he ofendido a otros. Y cuán a menudo he pedido al Creador que tenga a bien deshacer lo malo que he hecho para que yo pueda empezar de nuevo y no tenga que avergonzarme de mis palabras y de mis obras. Y él me ha dado el humo para que todo aquello no me siga lastrando. Por eso la gente de mi pueblo se lava las manos en el humo y, así, la próxima vez que toquen a alguien lo harán bien, de una manera no lastrada por el pasado.
El humo no es para inhalarlo sino para que te purifiques con él.
Por eso, también te purificas los ojos con el humo, para que cuando el humo se disipe puedas ver la belleza en todo. Y te purificas las orejas con el humo, para que cuando el humo se disipe puedas oír todo lo bello que te rodea. Y te purificas la boca con el humo, para que cuando el humo se disipe sólo digas palabras buenas. Y te lavas la cara con el humo, para que cuando el humo se disipe ya sólo percibas la belleza de quienes te toquen. Y por eso llevas el humo a tu corazón, para que cuando el humo se disipe tú sea una persona fuerte, buena y llena de amor y de energía.
El humo te permitirá ver a los demás como realmente son y verte a ti mismo como realmente eres.

Angaangaq, líder espiritual de las tribus esquimales.

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