Donnerstag, 2. Mai 2013

encantadores de serpientes

Hoy se celebra en la  pequeña localidad de Cocullo, situada en la región de los Abruzos, la procesión de las serpientes en honor a San Domenico, patrono del pueblo. Toda la población sale a la calle con serpientes en las manos y en el cuello, renovando así cada año el culto a la serpiente, que se remonta a tiempos inmemoriales, muy anteriores a la implantación del cristianismo.

En los días anteriores a la fiesta de San Domenico los campesinos capturan serpientes por las laderas de los montes pedregosos que rodean el pueblo. Para quitarles el veneno, ponen delante de la cabeza de los animales un trozo de fieltro y cuando las serpientes muerden, tiran con un golpe seco para arrancarles los dientes, aunque según los lugareños, “estas serpientes son muy dóciles, casi como animales domésticos. Se dejan coger, no muerden y las más gordas las llevamos hasta el altar y las dejamos sueltas por la iglesia sin que hagan mal a nadie”. Recogen todo tipo de serpientes, desde las más inofensivas culebras hasta las mortales víboras.
El primer jueves de mayo, al mediodía, los “serpari” colocan sobre San Domenico docenas de serpientes que han capturado y conservado en cántaros llenos de salvado. La estatua, transportada a hombros, sale en procesión, animada por la banda de música, y recorre las tortuosas calles del pueblo, acompañada por grupos de hombres, mujeres y niños con serpientes en las manos, en el cuello y sobre la cabeza. Hay veces que hasta deja de verse la estatua del santo, sepultada por montones de reptiles. Se dice que trae suerte a las personas que colocan serpientes sobre el santo.

Estas serpientes son las mismas que el antiguo pueblo de los marsos y de los pelignos mataban a los pies de la diosa Angizia. El pueblo de los marsos toma su nombre de su deidad principal, Marsa, llamada “serpiente de sabiduría”. El cristianismo convirtió a la diosa en santo, pero el culto a la serpiente siguió y sigue más que vigente.



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