Sonntag, 10. Juli 2011

el baile prohibido

La semana pasada tuve la oportunidad de disfrutar un espectáculo bello y único, la ceremonia de la Semâ.
La ceremonia de la Semâ es una forma de meditación en movimiento, un ritual que realizan los derviches desde hace siglos, girando sin parar e imitando todos los movimientos en el universo; desde el movimiento de las galaxias hasta el movimiento de los átomos en el cuerpo humano con la finalidad de atraer bendiciones al lugar donde se realiza y a las personas que participan.
La danza de los derviches y la Semâ existen gracias a Rumi un sabio sufí que fundó la orden Mevlevi hacia el siglo XIII. Este erudito sufí destacó por su amor hacia los hombres y su dedicación al conocimiento de Dios. A su muerte sus discípulos crearon en Konya la orden Mevlevi de los Derviches danzantes. La congregación mística sufí, que tiene como objetivo alcanzar la unión entre el hombre y Dios a través de la elevación del alma fue prohibida oficialmente en 1920 en Turquía.
Hoy en día los místicos son tolerados y la danza de los derviches es una atracción turística.
La Semâ es una danza eminentemente simbólica con la que se pretende representar el viaje místico de un individuo hacia Dios. Un ascenso hacia la verdad y la perfección en constante lucha contra el deseo y el ego. La vestimenta, constituida por un gorro, simboliza la tumba para el deseo y la falda blanca, simboliza la mortaja del deseo. Al comienzo del ritual el derviche está cubierto por un manto negro que debe quitarse para iniciar el camino de la verdad. Los brazos del derviche se encuentran cruzados sobre el pecho, representando la unidad de Allah y suavemente, a medida que va girando de derecha a izquierda, despliega sus brazos hasta posicionarlos en aspa. A continuación extiende la mano derecha hacia el cielo para recoger la gracia de Dios, y la mano izquierda hacia el suelo para hacer llegar esa gracia al mundo, y al resto de criaturas que lo habitan. De esta manera gira alrededor de su corazón para abrazar con afecto y amor a todos los seres humanos y demas criaturas.
El ritual representa un viaje de ida y vuelta en el camino hacia la perfección espiritual. El ritual dirige al siervo a la sabiduría, al amor más elevado y al autocontrol aceptando que no existe nada más que la verdad divina.

 

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